miércoles, 1 de diciembre de 2010

“¡Tango...tango...! perdoná...”

 “Tango que me hiciste mal y sin embargo te quiero...” Sonaba  tu  voz masculina  .
 “Tango ...tango...perdoná si al evocarte se me pianta un lagrimón..” Continuaba por momentos. Cantabas sobre aquel escenario del viejo teatro de la calle Corrientes  angosta .
Las luces    te impedían ver lo que sucedía en la platea. Las notas arrancadas  al  bandoneón  te  sonaban tan tristes como    tu vida. “ Tango...tango...” ( seguías afinando la voz) mientras te acomodabas  aquel mechón que no habías alcanzado a engominar.
Faltaba una hora para que comenzara  la función  y sentías  que no llegabas a tener   todo listo  a tiempo. Cada vez te  apurabas más ... Y ese mechón rebelde que caía sobre tu frente... te seguía molestando . Te miraste los zapatos y notaste que no los habías lustrado .
De pronto se encendieron las otras luces de la sala y apareció el director de la orquesta, le ordenó al bandoneonista  que  cambiara el tono y a vos que terminaras de limpiar el piso de una vez.

1 comentario:

  1. Bueno, bueno...no en circunstancias idénticas...pero: ¿¿¿a quién no le pasó alguna vez???

    Felicitaciones por el blog!

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