“Tango que me hiciste mal y sin embargo te quiero...” Sonaba tu voz masculina .
“Tango ...tango...perdoná si al evocarte se me pianta un lagrimón..” Continuaba por momentos. Cantabas sobre aquel escenario del viejo teatro de la calle Corrientes angosta .
Las luces te impedían ver lo que sucedía en la platea. Las notas arrancadas al bandoneón te sonaban tan tristes como tu vida. “ Tango...tango...” ( seguías afinando la voz) mientras te acomodabas aquel mechón que no habías alcanzado a engominar.
Faltaba una hora para que comenzara la función y sentías que no llegabas a tener todo listo a tiempo. Cada vez te apurabas más ... Y ese mechón rebelde que caía sobre tu frente... te seguía molestando . Te miraste los zapatos y notaste que no los habías lustrado .
De pronto se encendieron las otras luces de la sala y apareció el director de la orquesta, le ordenó al bandoneonista que cambiara el tono y a vos que terminaras de limpiar el piso de una vez.
Bueno, bueno...no en circunstancias idénticas...pero: ¿¿¿a quién no le pasó alguna vez???
ResponderEliminarFelicitaciones por el blog!