La gente se movía nerviosa . El avión estaba por partir : era el vuelo 111 con destino a Barcelona. Vos estabas inmutable. Una voz anónima había anunciado a los pasajeros que se dirigieran a la puerta nueve para embarcarse ; pero vos , indiferente , no te moviste de tu lugar. Las luces iluminaban las facciones nerviosas de los pasajeros. . Sólo vos seguías sin moverte de tu rincòn. De pronto , la mujer del abrigo blanco y botas de charol negras , se te acercó, te pegó la etiqueta con su nombre y te arrastró sin piedad hasta la puerta de embarque.
Qué sensación conocida, la de desconocidos que (creen que) conocen tus intenciones y te arrastran a conocidas rutinas...
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