Cuentos y otras yerbas
Serie de cuentos breves , relatos .
lunes, 20 de junio de 2011
Instantes
Hola, amigos , les comunico que mi libro de cuentos INSTANTES, se encuentra a la venta en la librerìa LA PORTEÑA, ubicada en Juramento 1705, del barrio de Belgrano. Un beso para todos. Prometo publicaciones en breve.
martes, 7 de diciembre de 2010
Siesta. Sol abrasador.El polvo de la calle de tierra.Los grandes duermen. Tambièn nos lo imponen a nosotros. Nos escapamos por el pasillo del fondo. Nuestros ocho años se rebelan a la siesta. Quietud en los mosaicos rojos de la galerìa .El molino rezonga su letanìa de viento. Nuestros pies retozan en silencio. En un rincòn, la enorme pajarera del patio de la abuela.
miércoles, 1 de diciembre de 2010
“¡Tango...tango...! perdoná...”
“Tango que me hiciste mal y sin embargo te quiero...” Sonaba tu voz masculina .
“Tango ...tango...perdoná si al evocarte se me pianta un lagrimón..” Continuaba por momentos. Cantabas sobre aquel escenario del viejo teatro de la calle Corrientes angosta .
Las luces te impedían ver lo que sucedía en la platea. Las notas arrancadas al bandoneón te sonaban tan tristes como tu vida. “ Tango...tango...” ( seguías afinando la voz) mientras te acomodabas aquel mechón que no habías alcanzado a engominar.
Faltaba una hora para que comenzara la función y sentías que no llegabas a tener todo listo a tiempo. Cada vez te apurabas más ... Y ese mechón rebelde que caía sobre tu frente... te seguía molestando . Te miraste los zapatos y notaste que no los habías lustrado .
De pronto se encendieron las otras luces de la sala y apareció el director de la orquesta, le ordenó al bandoneonista que cambiara el tono y a vos que terminaras de limpiar el piso de una vez.
EN EL SALON
La gente se movía nerviosa . El avión estaba por partir : era el vuelo 111 con destino a Barcelona. Vos estabas inmutable. Una voz anónima había anunciado a los pasajeros que se dirigieran a la puerta nueve para embarcarse ; pero vos , indiferente , no te moviste de tu lugar. Las luces iluminaban las facciones nerviosas de los pasajeros. . Sólo vos seguías sin moverte de tu rincòn. De pronto , la mujer del abrigo blanco y botas de charol negras , se te acercó, te pegó la etiqueta con su nombre y te arrastró sin piedad hasta la puerta de embarque.
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